Vivimos en un mundo abarrotado de objetos. Las personas consignan sus emociones y recuerdos en los elementos que los rodean y los llenan de valor simbólico. Queremos despertar en los corazones, la capacidad de imaginar para acercarse a la realidad, crear historias, inspirar, sorprender y guiarse por el camino del sentir; generar momentos esenciales en los que el espíritu se recoja en sí mismo y vuele.